Como conclusión personal de esta investigación, nos queda la idea que si bien es cierto no es posible, por el momento, abogar por “algo mejor que el derecho penal”; al menos es posible ofrecer un modelo de interpretación de la ley penal que podría servir —en su modesta medida— para obtener un “mejor derecho penal”, esto es, uno que respete los límites constitucionales y normativos vigentes y que, a la hora de tomar decisiones finas, lo haga explicitando las razones y argumentos en que se fundamenta.

Y aunque en esta revisión del texto la voz “justicia” no aparece tantas veces como en su primera edición, creo que sigue siendo útil tener de antemano una respuesta a la pregunta que sobre ella se me pudiese hacer, sobre todo si alguna vez hubiese de recurrir a la “justicia material” como argumento último de la interpretación, dentro de los límites normativos que aquí se proponen.

Al respecto, creo que todavía siguen siendo válidas las palabras de Hans Kelsen con que concluía la introducción de la Primera edición: “En verdad, no sé si puedo decir qué es la Justicia, la Justicia absoluta, ese hermoso sueño de la humanidad. Debo, pues, darme por satisfecho con una justicia relativa y decir qué es para mí la justicia. Puesto que mi vocación es la ciencia, y por consiguiente lo más importante de mi vida, me refiero a esa justicia bajo cuya protección la ciencia y con ella la verdad y la sinceridad, pueden florecer. Me refiero a la justicia de la libertad, a la justicia de la paz, a la justicia de la democracia, a la justicia de la tolerancia”.(www.librotecnia.cl)