El concepto de prevención general juega un importante papel en la actual discusión científica. En el transcurso de la última década dicho concepto ha sustituido cada vez más en la doctrina a las llamadas teorías absolutas de la pena, tendientes a compensar la culpabilidad. En este desarrollo se ve una contribución a una mayor racionalidad del derecho penal. Las consecuencias insatisfactorias de la prevención general “negativa” –a saber, el aspecto dirigido a la intimidación de la generalidad– quieren ser evitadas ulteriormente a través de la consideración de la culpabilidad como límite máximo de la pena.

Efectivamente, el estudio de los fines de la pena constituye el punto de partida para abordar cualquiera de las grandes cuestiones del Derecho Penal. En ellos se reflejan, como presupuesto y punto de partida, los planteamientos filosóficos, políticos y éticos de cada autor, y se exteriorizan además en buena medida los rasgos que delimitan un momento histórico.

La presente obra aborda, con la prevención general, un tema central que requería urgentemente ser investigado en profundidad. El autor se concentra, con razón, en el aspecto de la individualización judicial de la pena, porque la penetración de consideraciones preventivas en el ámbito de los elementos del delito hace desaparecer el límite entre el hecho y sus consecuencias jurídicas. La exigencia de la culpabilidad por el hecho conforma justamente una barrera, propia del Estado de derecho, contra consecuencias de una perspectiva preventiva, de tal modo que –como pone de relieve el autor– aquélla no puede ser fundamentada ni vinculada a esta última. Llama también la atención que hasta ahora apenas han sido constatadas diferencias con relación a los resultados prácticos. Ello se debe ostensiblemente a que en la superposición de la dogmática del hecho punible y la prevención los resultados obtenidos de forma tradicional aparecen, pese a la fundamentación preventivo general, como los correctos.(www.librotecnia.cl)