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Codigo: TRdci8069
Autor: Salvatore Satta Editorial Anagrama ISBN: 9788433975935 Primera edición, 2010 Formato: 14 x 22 cm. 304 páginas
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En Cerdeña, en esta isla de «demoníaca tristeza», una ciucad que es un «nido de cuervos», Nuoro, habitada por gente que «parece el cuerpo de guardia de un castillo malfamado».Y en esta región «que no tiene motivo para existir», una antigua familia de notarios acomodados, los Sanna Carboni, es la representante de una autoridad que pertenece, en todos los sentidos, a otro mundo. El día del juicio sigue la historia de esta familia entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX; y junto a ella, la de toda la gente de Nuoro, de los notables a las «mujeres ricas y pálidas que soñaban y languidecían en la clausura», de los pastores a los bandidos, los ociosos del Corso, los curas, los vagabundos, las prostitutas. Y aunque las vicisitudes de los Sanna constituyan la columna vertebral del libro, todos los personajes se mezclan en una madeja inextricable. Su auténtico «lugar común» es, en realidad, la muerte, el camposanto de Nuoro, dominado por una roca que parecía una parca.
Más que una nueva saga familiar con la peculiar andadura pletórica y, en el fondo, previsible que corresponde al género, este libro puede ser definido como una novela metafísica. En él, los vivos y los muertos, la ley y las mujeres, los inocentes y los criminales, son empujados por un furioso torbellino a presentarse a la memoria de quien los cuenta, son fantasmas que persiguen al escritor, «conjurándolo a liberarles de su vida». Pero, para que esto suceda, el gran río de la vida debe detenerse en aquel «acto antihumano, inhumano» que es el juicio, como Satta lo definía en su ensayo jurídico: «un acto que realmente –si es considerado, claro está, en su esencia– carece de objetivo». Pero «los hombres han intuido la naturaleza divina de este acto sin objetivo, y le han confiado toda su existencia». Para la Nuoro de Satta, que ignora la Historia, «la verdadera y única historia es el día del juicio», de la misma manera que, para el código oscuro e implacable del lugar, el único pecado es «el pecado de estar vivos».
Detrás de la prosa austera, de las historias áridas y feroces, de la concreción durísima de los hechos, percibimos en estas páginas una continua fiebre visionaria. Suspendido en el momento innatural y profético del juicio, todo un mundo habla aquí por vez primera y se abisma: cada una de sus huellas tiene en estas páginas una intensidad violenta, dolorosa y, a veces, de desesperada dulzura. Al terminar sentimos que realmente «el sueño galopaba en aquellas desnudas landas».(www.librotecnia.cl)